Concurso de microrrelatos 2025

Un año más, se ha celebrado en el colegio el concurso de microrrelatos, en las clases de 3.º ESO, 4.º ESO y Bachillerato, con estas imágenes, como punto de partida.

Los alumnos han de inspirarse en una de las imágenes o en ambas para dar rienda suelta a su imaginación. ¡Leer el resultado siempre es una grata sorpresa!

DOS CAMINOS, UNA DECISIÓN

Estaba muy nervioso esperando en la cola. Había mucha gente delante y detrás de mí, todos con la intriga de a qué camino serían enviados.

Por un lado, había un camino que estaba lleno de gente que habría incumplido muchas normas: ladrones, secuestradores… hasta asesinos. Pero no sólo había personas de este tipo, sino también algunos que habían engañado en sus trabajos o en sus casas. 

Por otro lado, había otro que era para todas esas personas que vivían para hacer el bien, desde bomberos hasta médicos. 

Yo no sabía a dónde iba a ser enviado, no he matado a nadie, pero tampoco he salvado ninguna vida. He sido amable y generoso, pero también he mentido muchas veces. 

Ya quedaba muy poco para llegar al final de la cola. Según dónde me enviaran, me esperaría una vida llena de tortura. 

Al fin, era el momento de descubrir la verdad: fui caminando por en medio.

Carlota Gómez Cortés, 3.º ESO

UN FUTURO INCIERTO

Desde siempre supe que mi destino estaba sellado, no solo por las limitaciones que me recluían en casa o la alta seguridad que había en esta, sino porque nunca había sentido la sensación de que alguien me estaba observando con tanta intensidad como lo fue en esta ocasión.

Cuando salí de casa, tenía el vago presentimiento de que algo iba mal. Crecí sabiendo que la muerte me perseguiría y la paranoia, que eso supone, acaba abriéndose paso hasta en la mente más fuerte.

Y aquí estoy, secuestrada, magullada e inmovilizada y con la llave que madre dijo que algún día necesitaría.

Adriana Ballester Bonet, 4.º ESO

LA HUÍDA

Apoya la cabeza sobre el lavabo. Los restos de tinte de pelo se quedan en la superficie, como sombras de fantasmas. Lo ha logrado. Está irreconocible. 

Suspira al cortar el primer mechón de pelo de manera brusca. Lleva peinándolo un año y es la hora de la verdad. Se ha arrancado los molares y su cara tiene otra forma. No es ella.

Por lo menos, ya no siente dolor. Repasa el plan en silencio mientras cierra con llave el diario en el que ha redactado todo. Se deshace de él tirándolo por la ventana del coche. Toma el primer desvío hacia un motel y, al aparcar, ya ve los carteles anunciando su “desaparición”.

¿De verdad pensaba que era capaz de arruinarle la vida y salirse con la suya? De ninguna manera. Su marido sufrirá las consecuencias. Era el culpable de su desaparición.

Martina Llorens Ortells, 1.º de Bachillerato

LA INOCENCIA

Dos ojos azules. Me están mirando fijamente. Noto cansancio y dolor en ellos. Les caen lágrimas. No entiendo por qué tanta gente que no conozco me habla. Hace tres meses mi madre vino a casa con los ojos rojos. Ahí empecé a notar a todo el mundo triste. Me cambiaron de habitación, era totalmente blanca; según mamá, así parecía más grande. Mi cama también había cambiado. Se levantaba con un  botón para ayudarme a estar sentada. Todo ocurrió después de que me dijeran que tenía una “bola” , que era mala, en mi cuerpo.Pero ahora no siento dolor. Quiero decírselo a esos ojos azules; no me oye. Hay un cristal, quiero abrirlo, necesito una llave. Quiero decirle que yo ya estoy bien pero que esta cama de madera es muy incómoda.

Balma Aguirre Conill, 2.º de Bachillerato

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