Hoy, 19 de octubre, celebramos el Día de las Escritoras, ya que es el lunes más cercano al 15 de octubre, día de Santa Teresa de Jesús, la primera mujer doctora de la Iglesia conocida tanto por sus escritos como por ser la fundadora de la orden religiosa de las Carmelitas Descalzas.
Este día surgió por la iniciativa de la Biblioteca Nacional de España, la Asociación Clásicas y Modernas y la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias, o FEDEPE, para «reivindicar la labor y el legado de las escritoras a lo largo de la historia a partir de la lectura de fragmentos representativos de sus obras», también pretende dar el valor, el espacio y el reconocimiento que merecen las escritoras españolas.
Según Laura Freixas, presidenta de Clásicas y Modernas, ‘aunque las escritoras cosechen buenas críticas en los lanzamientos de las novelas pero en los rankings con los mejores libros que se hacen a final de cada año las mujeres no están. A pesar de que hay muchas mujeres escritoras con éxito en España el Premio Nacional de Narrativa lo ganó una mujer, Carme Riera por última vez en 1995. Llevamos 25 años en el que cada año se lo lleva un hombre’.
El premio más importante de literatura en lengua castellana, el Premio Cervantes, solo se ha concedido desde su institución en 1976 a cuatro mujeres: María Zambrano (1988), Dulce María Loynaz (1992) Ana María Matute (2010) y Elena Poniatowska (2013) frente a 37 hombres.
El Premio Nobel de literatura desde su creación en 1901 hasta 2017 ha premiado a 13 mujeres y 100 hombres.
Felicitamos a las escritora ganadora del premio Planeta 2020: Eva García Sáenz de Urturi por Aquitania y a la finalista Sandra Barneda por Un océano para llegar a ti. Muy buena noticia para celebrar el Día de las Escritoras ¡Enhorabuena!
Todos los años se seleccionan diferentes temáticas para destacar a diferentes autoras tanto hispanas como hispanoamericanas. La temática de este año 2020 es: ‘Rebeldes y Transgresoras’.
Rebeldes y transgresoras fueron las protagonistas de nuestro artículo, las mujeres escritoras que pertenecieron al Lyceum club femenino.
En una ocasión las escritoras invitaron a Jacinto Benavente a dar una charla y el premio nobel declinó la petición diciendo que no tenía tiempo: «No puedo dar una conferencia a tontas y a locas», les dijo. Gregorio Marañón dejó escritas estas palabras sobre las mujeres cultivadas: «Insistimos una vez más en el carácter sexualmente anormal de estas mujeres que saltan al campo de las actividades masculinas y en él logran conquistar un lugar preeminente. Agitadoras, pensadoras, artistas, inventoras: en todas las que han dejado un nombre ilustre en la historia se pueden descubrir los rasgos del sexo masculino, adormecido en las mujeres normales». El sociólogo y filósofo alemán Georg Simmel afirmaba que «la existencia femenina tiene su sentido exclusivamente en aquello que el varón no quiere, o no puede, ser o hacer; el sentido de la vida de aquella no está referido a una relación de igualdad, sino de desigualdad, y en esta relación se consumen sin dejar resto».
Las socias del Lyceum ni eran tontas ni estaban locas. Eran mujeres que formaban parte de la élite intelectual del país y que sintieron la necesidad de fundar este club para tener un espacio donde poder reunirse para intercambiar ideas, desarrollar su vida cultural y tratar de mejorar la situación de las mujeres. El Lyceum Club Femenino, que se declara laico y abierto a socias de cualquier ideología, se inauguró en noviembre de 1926 en la Casa de las Siete Chimeneas, en la calle de Las Infantas de Madrid.
La idea de asociarse en un club femenino surgió entre el grupo de mujeres que gravitaban alrededor de la Residencia de Señoritas, el lugar que allanó el camino para que las chicas de cualquier rincón de este país pudieran ir a la universidad. En ese momento, María de Maeztu llevaba once años dirigiendo la Residencia y esa empresa había contribuido a que unas mil jóvenes se sentaran en las aulas de la universidad.
La junta directiva del Lyceum Club estaba formado por la presidenta, María de Maeztu, y 2 vicepresidentas: Isabel Oyarzábal, periodista que firmaba con el seudónimo de Beatriz Galindo, autora y diplomática; y Victoria Kent, jurista, la primera de todo el mundo que ejerció frente a un tribunal militar.
Otras aliadas del Lyceum han sido la jurista y diputada que logró el voto para las féminas, Clara Campoamor; la médica en medicina Trinidad Arroyo; la pintora surrealista Maruja Mallo; la creadora de los libros de Celia, Elena Fortún; Pura Maortua, fundadora de la compañía de teatro Anfistora y amiga de García Lorca, Pilar de Valderrama, poeta y musa de Antonio Machado, su Guiomar. También figuraban en el listado de socias la compositora y pianista María Rodrigo, la escritora María Teresa León, la ginecóloga Rosario Lacy, la periodista Magda Donato, la abogada Matilde Huici y muchas otras profesionales, artistas y mujeres muy cultas. Muchas estaban casadas con hombres influyentes, de modo que los detractores que querían menospreciar su propia valía se referían a ellas como «el club de las maridas».
Afortunadamente, Federico García Lorca hizo una lectura de Poeta en Nueva York y Unamuno leyó su obra Raquel encadenada. Rafael Alberti, Ramón Gómez de la Serna, León Felipe, Pedro Salinas, Américo Castro y Manuel Azaña formaron parte de la lista de conferenciantes. Llegó un momento en el que «todos se pirraban» por el Lyceum.
El Lyceum además de ser un lugar donde las mujeres desarrollaban su vida social, limitada por el ámbito doméstico ,también seguían formándose e impulsando iniciativas como cursos, montar exposiciones o planear las próximas conferencias y conciertos para mejorar la situación legal y social de las mujeres en España. También puso en marcha otras iniciativas, como la construcción de una guardería infantil y una biblioteca para ciegos.
En medio de las colaboradoras de esta idea estaba Elena Fortún, que los domingos acudía como narradora de cuentos (por cierto, el Lyceum Club estaba tan presente en la vida de esta autora que en los libros de Celia, la madre de la pequeña protagonista surge como socia). Las abogadas Clara Campoamor, Victoria Kent y Matilde Huici se ofrecieron para dar cursos a sus compañeras en los que analizaban la figura de la mujer en los códigos civil y penal. Este análisis de las leyes les ayudó a ser conscientes de su propia situación y crearon comisiones para redactar reformas de los artículos degradantes para las mujeres. Entre las peticiones que elevaron al Gobierno estaba la supresión del artículo 438 del Código Penal que decía: «El marido que sorprendiendo en adulterio a su mujer matase en el acto a esta o al adúltero, o les causara lesiones graves, será castigado con la pena de destierro». También pidieron que el artículo 57 del Código Civil que decía: «El marido debe proteger a la mujer y esta obedecer al marido», fuera sustituido por: «El marido y la mujer se deben protección y consideraciones mutuas». la vida del Lyceum Club Femenino terminó cuando en España empezó la dictadura.
En 1939, la Sección Femenina lo transformó en el Club Medina y, como ya sabemos, su obsesión fue hacer entrar en vereda a aquellas liceómanas que se habían atrevido a desertar del hogar. En plena dictadura de Primo de Rivera, en esa «Casa Encantada» de las chimeneas, se fundó el legendario Lyceum Club, precursor del sufragismo español. Sus integrantes fueron calificadas de «Locas», «criminales», «ateas», «desertoras del hogar» e incluso se propuso que fueran confinadas en hospitales mentales. Pero ellas eran valientes, rebeldes y transgresoras. Fue el fin del club del Lyceum femenino pero el principio de la visibilidad de las escritoras.
Autoras: Ana, Eva, Myriam y Blanca
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